Raventós Codorníu es la empresa vitivinícola más antigua de España y una de las más antiguas del mundo, además de la creadora del cava. Con viñedos en propiedad desde 1551 podemos presumir de tener más de 450 años de experiencia en la elaboración de vinos y cavas de calidad. Actualmente contamos con 15 bodegas, doce en España (Abadia de Poblet, Bach, Bodegas Bilbaínas, Codorníu, Legaris, Mont-Ferrant, Parxet, Portal del Montsant, Raimat, Raventós d’Alella, Scala Dei, y (quitar Tiana) Tionio), una en el Valle de Napa en California, (Artesa) y otra en Mendoza – Argentina (Séptima).
LA HISTORIA DE UNA FAMILIA QUE ELABORA VINOS DESDE HACE QUINIENTOS AÑOSRaventós Codorníu es la historia de una familia emprendedora de más de quinientos años. Las primeras referencias documentadas de la existencia de Codorníu datan del siglo XVI, cuando Jaume Codorníu, propietario de viñas, decide dedicarse a la elaboración de vinos. Desde entonces Codorníu ha estado íntimamente unida a la tierra, la vid y el vino.
Un siglo más tarde, la joven Anna heredera de la masía Can Codorníu, de sus tierras y sus viñedos, se casó con el viticultor Miquel Raventós. Desde entonces, la familia Raventós ha sido propietaria de Codorníu, no obstante, se ha mantenido el apellido de Anna como nombre de una marca de prestigio mundial.
Estos cinco siglos de existencia han estado marcados por grandes hitos que han hecho crecer y consolidarse a esta compañía. Uno de estos momentos clave fue 1872 cuando Josep Raventós Fatjó escribe las primeras líneas de la historia del cava. Fue él quien, tras años de experimentos, consiguió ser pionero en la elaboración de cava, un vino blanco espumoso que pronto competirá con el champagne. Tras su muerte, en 1885, su hijo, Manuel Raventós heredó Can Codorníu y, siguiendo los pasos firmes de su padre, cambió el rumbo del negocio familiar.
Manuel fue un visionario incansable que vio el potencial del cava y decidió que las bodegas se dedicaran exclusivamente a su elaboración. Para ello, viajó a Francia con el fin de ampliar sus conocimientos enológicos. Eran años muy duros y la filoxera diezmó las viñas dejando asolado el Penedès. Como ocurrió en otras zonas, se tomó la dura decisión de arrancar todos los viñedos y en su lugar se plantó un injerto americano inmune a la plaga. Por aquel entonces, Manuel decide, a pesar de las penurias, construir unas grandes bodegas en Sant Sadurní D’Anoia, unas bodegas que se convirtieran en referente de la zona y que hicieran honor al cava que en ellas envejecía.
La construcción de la nueva bodega se encargó al arquitecto modernista Puig y Cadafalch. El resultado fue una verdadera obra de arte que con el paso del tiempo llegaría a ser conocida como la Catedral del Cava. Además Puig i Cadafalch construyó la Casa Pairal, que durante muchos años fue la residencia de la familia. Bajo este edificio, como bajo el resto de edificios y jardines se produce la cría tranquila y pausada de nuestro cava. El valor de las Bodegas Codorníu se hizo más patente si cabe cuando en 1976 fueron declaradas monumento histórico artístico Nacional. A día de hoy, su relevancia sigue creciendo como lo demuestran las casi 80.000 visitas que recibe cada año.
EL NACIMIENTO DE RAVENTÓS CODORNÍUSi tenemos que poner una fecha al nacimiento de Raventós Codorníu como compañía habría que situarlo en 1914 cuando el mismo Manuel Raventós funda Raimat. Por aquel entonces Codorníu era una realidad consolidada que funcionaba perfectamente así que Manuel dejó la dirección de las cavas de Sant Sadurní y adquirió alrededor de 3.000 hectáreas en la D.O. Costers del Segre. El proyecto fue casi titánico. Se trataba de unas tierras casi desérticas y de difícil fertilidad, sin embargo, la pasión y el esfuerzo puestos por la familia para elaborar un vino de calidad pudo con todas las contrariedades. Hoy en día, esas tierras yermas se han convertido en el segundo pilar y la base vitícola del Raventós Codorníu, el sueño de un visionario hecho realidad. Cien años después, Raimat es hoy el mayor viñedo de Europa, con más de 2.000 hectáreas plantadas con distintas variedades de uva que se utilizan para elaborar los cavas Codorníu y los vinos Raimat.
A partir de entonces la expansión del grupo Raventós Codorníu fue continuada. En los años 40, cuando la compañía había crecido de modo muy destacable, la familia se plantea la creación de una nueva bodega para la elaboración de vino espumoso. Nace entonces Rondel. A esta le siguió la compra de Bach que ya existía desde 1914.
La pasión por el mundo del vino y por hacer de Raventós Codorníu una compañía referente en el sector, lleva a un cambio en la estrategia, salir al exterior. Comienza entonces a situarse en zonas vitivinícolas de gran prestigio. La primera adquisición fue Bodegas Bilbaínas, en Haro (D.O Ca. Rioja) que consta de 263 hectáreas de viñedo en propiedad. En la bodega riojana se elaboran algunos de los vinos de mayor prestigio de la zona como el clásico Viña Pomal o La Vicalanda.
Ya en los años 90 el grupo da el salto fuera de nuestras fronteras y funda la bodega californiana Artesa, situada en el emblemático Napa Valley, allí se elaboran vinos tranquilos de alta calidad. Sólo un año después, en 1999, Raventós Codorníu crea la bodega Séptima en la rica región vitivinícola argentina de Mendoza. Por último, y de vuelta a los orígenes, el grupo entra en el año 2000 en el accionariado de Scala Dei, la bodega más antigua del Priorato.
Con el nuevo siglo, la familia Raventós culmina la creación de Legaris, que pertenece a la denominación de origen Ribera del Duero, y lleva a cabo la recuperación de la bodega y los viñedos situados en el recinto monacal de Abadía de Poblet. En 2018, Raventós Codorníu se fusiona con Gleva Cellars (Parxet, Mont-Ferrant, Titiana, Tionio, Basagoiti, Portal del Montsant y Raventós d’Alella) y pasa a contar con 15 bodegas referentes en cada una de sus denominaciones de origen.
Con todo ello, y tras el esfuerzo que suponen casi 500 años de historia elaborando vinos, Raventós Codorníu se ha transformado en una de las empresas vitivinícolas más prestigiosas del mundo. La compañía cuenta actualmente con siete oficinas comerciales en el extranjero y tiene firmados acuerdos estratégicos de distribución en países clave para nuestro mercado. De hecho, actualmente casi la mitad de su facturación viene por ventas en el exterior.
Gran parte de este éxito se debe a su forma de trabajar: un minucioso cuidado y respeto de cada proceso de elaboración.
La compañía se ha comprometido con la aplicación de las técnicas más avanzadas y la adaptación de las bodegas a las nuevas exigencias tecnológicas. Además ha apostado por programas innovadores de investigación y desarrollo, que son el punto de partida para optimizar la calidad de los vinos y cavas. Así, Raventós Codorníu ha sabido combinar la experiencia adquirida durante medio milenio con un afán de renovación constante.
Su pasión es la tierra, sus frutos y lograr que estos sean de la mejor calidad. Y por último la apertura a otros mercados, a la innovación y en gran medida, a aprender de lo que nos rodea para lograr así ser mejores. Todo ello bajo una premisa básica que ha caracterizado a Raventós Codorníu en estos 500 años; el respeto.